domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 6 Hestranjelove (Amor tróspido)


 Emmm no es por molestar pero… ¿Vamos en algún momento a dejar de mirar como gilipollas la puerta y a entrar? 

– Pero tiene pinta de estar cerrada ¿No? 

– ¿Y eso por qué? 

– Hombre, está una princesa dentro y esas cosas… 

– Dejadme a mí la puerta, soy un experto forzando cerraduras 

– ¿En serio? 

– Si, ¿Y ese tono irónico? 

– Es que nunca te he visto, tu parecías más bien de esos que convencen a la pared de que no hay puerta 

Razz se saco una ganzúa de algún lugar indefinido y Zachemius sabía que no era buena idea preguntar donde la guardaba… 

(Musiquilla de ensoñación) Tiruriruriruuu… 

- Eh oye Razz, ¿De donde has sacado ese bocata? 

Razz se paró en seco, dejó de masticar y con un único y ágil movimiento aprisionó el cuello de Zachemius en una llave implacable. 

- ¡¿Para quién trabajas?! ¡¿Es para el FBI?! ¡¿La CIA?! 

Me costó mucho que me soltase el tarugo imbécil – Pensó Zachemius rascándose el cuello 

Tiruriruriruuuu 

Razz empezó a forzar la cerradura pero a los cinco minutos se paró, perplejo. 

– Que raro, no consigo abrirla - Dijo el asesino 

– Quizás sea porque ya está abierta - Dijo Zachemius girando el pomo y abriéndola con facilidad 

– No descarto que sea por eso - Comentó Razz, que quizás algún día reconociera un error suyo pero no sería ese. 

Los tres aventureros entraron el cuarto de la princesa y allí estaba ella cantando junto a la ventana, en una tierna y bucólica estampa a la cual sólo faltaban pajaritos trinando, uno de ellos posado en su mano. 

La princesa era… extraña. Pelo rubio trigueño, ojos violetas, boquita rosa y pequeñita y cara de princesa en general. Pero había algo que no cuadraba. Sería probablemente el vestido, negro, con encajes y cintas negras sobre un corpiño ajustado de color morado. Varios rotos adornaban estratégicamente la falda, la cual aparecía salpicada de arañitas plateadas sobre el dibujo de telarañas también plateadas. 

Al verla Zachemius sintió algo extraño, un ligero escalofrió que le subía hacia arriba por la columna vertebral y una cálida sensación que le bajaba por el estómago. 

– No debería de haberme comido aquel bistec con salsa picante, guindillas, clavo y pimienta – Pensó. 

– ¡Oh aguerridos héroes! ¿Venís, por ventura, a rescatarme? – Preguntó la princesa con un tono muy risueño y adorable y dando palmaditas y saltitos entusiasmada. Un anuncio de champú para el pelo no le habría hecho ni sombra a semejante cuckez. 

Se miraron entre ellos como diciendo “¿Es a nosotros?”. Era complicado responder a la princesa pues no recordaban haber pasado por esa tal Ventura y mucho menos venir a rescatarla a ella. 

– Esto… pues ¿No? – Probó dubitativo Zachemius 

– ¡Buaaah! Nadie me quiereeeee rescataaaaar– Chilló, rompiendo a llorar de la forma más monosa jamás vista– ¡Nadie me quiereeeee! ¡Me tiraré! ¡Decidle a mis padres que les quiero! ¡¡¡Buaaaaahhh!!! 

Aunque sonaba a rabieta adolescente no era conveniente arriesgarse a tener a una princesa espachurrada por el jardín, además de que sería una faena para la señora de la limpieza, y que ninguno tenía el menor interés en buscar al rey y decirle que, no sólo habían entrado a escondidas a su castillo que él suponía inexpugnable sino que su adorable hija se acababa de suicidar porque ellos no había querido rescatarla. Zachemius se lanzó en plancha a sujetarla para evitar que se tirara. Razz por su parte les ayudó, frenando su impulso de empujarlos a los dos. Por suerte comprendió que no era el momento de poner en práctica su peculiar sentido del humor. – Estas madurando Razz - Pensó el asesino 

– Si, mira venimos a rescatarte pero necesitamos tu talismán – Le dijo Zachemius con la sensibilidad de una cucharilla de té. 

– ¿Mi talismán? – Sollozó ella y señalando el cristal rosa con forma de triangulo que llevaba al cuello. 

– Exactamente, si usted me permite señorita… –Razz alargó la mano. Al tocar el cristal, este le dio una descarga y el asesino cayó al suelo. 

– ¡Au! 

– Creo que está protegido con magia. ¿No recuerdas lo que nos dijeron en el capítulo 2 del amor y eso? 

– Ni idea, yo solo os sigo desde hace dos capítulos 

– ¿Queréis dejar de poneros metareferenciales? ¡Me da dolor de cabeza! ¡Y empiezo a tener hambre! – Exclamó Berktaroth 

– Me estás diciendo que – Se detuvo para hablar en un tono más discreto - ¿Me estás diciendo que tenemos que ligarnos a la princesa? – Preguntó Razz 

– Exactamente - Respondió Zachemius mirándola de reojo y poniéndose colorado. 

– Bueno – Dijo Berktaroth – Me aburro, ya tenemos a la princesa ¿No? Pues pirémonos a comprarnos un bocata o algo. 

– Pero, ¿Por dónde saldremos? 

– Pues por la puerta principal – Dijo Razz muy tranquilo 

Una hora después… 

Los guardias acudieron en tropel, Razz agarro a la princesa y le puso un cuchillo (Sacado de no se sabía dónde, para no variar) en el cuello. 

– ¡Atrás que estoy muy loco! 

– Doy fe de ello, créanme - añadió Zachemius rascándose el cuello 

– Si dan un paso más, le corto el cuello y vais al paro 

Los guardias cautelosamente retrocedieron unos pasos, la situación estaba muy mal como para quedarse sin empleo. Razz avanzó con la princesa agarrada. Ella se estaba limando las uñas tranquilamente. Berktaroth, que se estaba comiendo un bocadillo de mortadela, avanzó muy tranquilo y le dio unas palmaditas en la espalda al guardia más cercano. 


– Un buen trabajo, si señor, pero ya nos encargamos nosotros de ella ¿Vale? No le faltará… pienso ni nada de eso que necesitan… estos seres. 


El guardia miró muy desalentado a Lerda. Se estaba pintando las uñas de rosita con purpurina y no le prestó la menor atención. 



– Mi señora… - Dijo dubitativamente 

– Me voy – Dijo ella con voz para derretir hielos, glaciares y demás cosas de hielo - Aquí me aburro mucho asi que me voy a dar una vuelta on estos tipos tan graciosos jijiji. 



Los guardias se miraron entre ellos, sin saber que hacer. Berktaroth, que se dio cuenta, muy amablemente les ofreció una distracción. Soltó una enorme bola de fuego que incendió un torreón del castillo. 


– ¡Ala! Dijo muy contento – Ya tenéis algo mejor que hacer que dar por culo 

– Emm gracias supongo señor pero podría haber incendiado algo para lo que no tuviéramos que subir tantos escalones – Dijo el guardia apesadumbrado. 

Los guardias corrieron a apagar el incendio y el grupo caminó tranquilamente hacia la salida. 

– Ajajá, estamos pisando sus puñeteros jardines – Exclamó pisoteando las flores. 

– Y ahora ¿Qué? 

– Nos tendrán preparados unos caballos. Nos esconderemos en una guarida que tengo a las afueras hasta que se calme un poco todo este lio. 


Montaron en los caballos que un diligente muchacho que parecía bastante aterrorizado les tenía preparados. 


- ¿Hacia dónde? 

- ¡Por allí a mi guarida! – Dijo Razz señalando hacia el este 

- ¿Pero no dijiste que estaba al oeste? 

- Emmm, por allí a mi guarida – Dijo Razz con presunción señalando al oeste. Zachemius suspiró. 


Razz acercó su caballo al de Berktaroth como quien no quiere la cosa, mientras Zachemius vigilaba que la princesa no se saliera del camino a coger florecillas. 

– Pues la princesa es mona, parece simpática también, no sé, quizás podría… 

– Pero que plasta que estáis con la princesa, ¿Es que queréis depositar huevos en ella o que? – dijo Berktaroth 

– ¿Pero que dices? 

– ¿No funcionáis así los humanos? 

– No, no somos animales… ovíparos al menos 

– Ah, yo como soy un dios… a mi me parecéis todos iguales – Dijo Berktaroth encogiéndose de hombros 

Zachemius, tras media hora de vigilar que no se parase y sonrojarse cada vez que ella lo miraba, se decidió hablar con ella, más que nada por comprobar si es que tenía alergia a sus córneas o algo tal que así. 

– Hola princesa, espero que no te moleste Razz, es buen tipo aunque un poco… rarito. 

– Oh no te preocupes, parece muy majo, no me rozó siquiera con ese cuchillo. Además, me lo ha regalado – Dijo muy contenta sacándolo de un sitio indefinido 

– Eso te lo ha enseñado él ¿Verdad? - Suspiró 

– Sii – Exclamó ella con carita de pokemon cuckoso 

– Veras princesa quería decirte que… 

– ¡Eh Lerda! ¿Quieres rollo? – dijo Razz con voz seductora apareciendo de la nada 

– ¡Siiiii! – Dijo ella cuckosamente y sonrojandose 

– ¡Wooo! – Exclamó Razz entusiasmado - ¡Ha sido fácil después de todo! ¡Nosotros seguiremos a pie! 

Los dos desmontaron, se cogieron del brazo y se alejaron de Zachemius alegremente, el cual estaba todavía asimilando lo que acababa de pasar. Finalmente decidió cabrearse y refunfuñar hasta Berktaroth 

– Este Razz es muy imbécil, sabía que nos iba a traer problemas, va y le pide rollo a la princesa, así sin más, como si fuera una campesina o algo, encima se pensara que es una buena idea 

– Joder pedirle rollo ha sido una mala idea - dijo Razz apareciendo de repente 

– ¿Qué dices? pero si acabas de… 

– Lo sé, lo sé, pero verás, está loca, no de un modo adorable, sino del de encerrarla en un castillo, en la torre más alta, echar abajo la escalera y tirar la llave a un buen pozo sin fondo – Razz suspiró apesadumbrado 

– Esto te pasaría si no fueras tan impulsivo, quizá deberías… 

– ¡¡Eh hay un trol entre los árboles vamos a tirarle piedras, jajaja!! – dijo Razz cogiendo un pedrusco del suelo. 

– ¡Céntrate! 

– Ah si, la princesa, ¿Qué hacemos? 

– ¿Pues vas a tener que dejarla no? – dijo Zachemius esperanzado 

– Si, será lo mejor, ¡Oye Lerda! 

La princesa se acercó risueña, a Zachemius le resultaba increíblemente adorable, como quien mira un cachorrito de gatito. 

– Verás, princesa, quería decirte que… 

– ¡¡ESTAS CORTANDO CONMIGO! ¡¡BUAH!! ¡¡ME QUIERO MORIIIIIR!! 

La cosa no pintaba bien 

– Mierda, ¿Qué hacemos ahora? 

– Oye Berktaroth ¿No tienes algún hechizo para solucionar esto? 

– Si claro, tengo uno con el que todos nuestros problemas se solucionarán 

– Ahh vamos a retroceder en el pasado, para que Razz la pueda dejar otra vez con más tacto ¿Sí? 

– Emmm….Exacto, eso mismo iba a hacer - Dijo cancelando el hechizo de explotar cabezas y chasqueando los dedos. 

– ¿Que querías decirme Razz? – Dijo Lerda con voz de algodón de azúcar. 

El asesino asintió decidido. Tenía otra oportunidad para hacerlo mejor. 

– No creo que funcione lo nuestro, soy un asesino 

– Oh no me importa 

– ¡Tengo muchos prejuicios contra las mujeres! 

– ¡Yo también! 

– Estás loca y no te quiero 

Al ver la expresión de la princesa, Zachemius hizo un gesto apresurado a Berktaroth antes de que esta intentara algo chungo de nuevo. El dios volvió a chasquear los dedos. 

– ¿Que querías decirme Razz? 

– No estoy enamorado de ti, es Zachemius quien te quiere 

– ¡Pero yo te amo a ti! ¡Las túnicas no me gustan! 

– ¡Puta mierda! ¡Eres una imbécil! 


Zachemius se apresuró a susurrarle a Berktaroth: 


– Oye porque no le borramos desde que Razz le pidió rollo? 

Se formó un silencio colectivo ante el interrogante de cómo podían ser tan idiotas. Tras un poco de magia del dios todo volvió a un punto más relajado 

– De verdad, que manera de liarla 

– Suele pasar cuando me aburro, ¿A ti te mola la chica no? 

Zachemius asintió 

– Allá tu. 

– Bah y tú que sabrás, no sabes tratar a las mujeres. 

– Pues no creas que no sé lo que es eso. 

– Pero si le has pedido rollo y te has desecho de ella como un trapo viejo. 

– Hombre por probar que no quede, pero no es mi tipo. Una vez conocí a una asesina que buah, lanzaba cuchillos que tenias que verla, eso sí que era adorable ¿Te puedes creer que asesinó a mi cliente y no me vengué por ello? De hecho así nos conocimos, era la clase de chica con la que uno deja de hacer estupideces y sienta la cabeza en cierto modo. 

– ¿Y que pasó? 

– ¿Te parece que haya sentado la cabeza? 

Zachemius asintió con compañerismo, quizás Razz aportara algo más que farragosos líos y comentarios inoportunos. También comprendió que el amor era un asunto bien tróspido, no era conveniente tomárselo a la ligera 

– Eh princesa ¿quieres rollo? – dijo Berktaroth 

– ¡Wiiii! – Exclamó Lerda entusiasmada. Zachemius suspiró apesadumbrado. 



Mientras tanto… 


En el castillo de Pyrule, una alarma se puso en marcha, activando un dispositivo que se parecía bastante a lo que viene siendo un foco de luz. Este proyectó en el cielo nocturno un murciélago. 


– Malditos soldados, siempre haciendo la gracia – Murmuró el rey 


Tras unos segundos, el murciélago cambió a una corona. 



En otro lugar muy lejano… 


– ¡Ey! ¡Vaya movida tronco! ¡Parece que han raptado a la princesa! 

– ¡Oh cielos! ¡Es verdad! 

– ¡Hay que ponerse en camino, hay una princesa que rescatar! ¡A Pyrule-Ta! 

– Esta por allí 

– Por allí a Pyrule-Ta 


El chaval se armó, cogió un gorro verde, una espada, un escudo, un bumerán (sin hacer caso a las risitas de su compañera) y un saco que se colgó al cinto. Se dispuso a salir pero su compañera le interrumpió: 


– ¡Ey, look, listen! ¡Listen! ¡Listen! – Exclamaba volando alrededor de su tarjeta de empleado 

– Que si, que si… 

El muchacho cogió una tarjeta de empleado: ‘’Seguridad y rescates regios. Le atiende: Blink’’ y enganchándosela en el jubón verde, se puso en marcha con su compañera revoloteando alrededor y resistiendo las ganas de meterle una buena ostia con el escudo. 


CONTINUARÁ


Y EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO…


¿LOGRARÁN QUE LERDA LES DE EL CRISTAL? ¿VOLVERÁN A METER LA PATA CON ELLA? ¿QUIÉN SERÁ EL MISTERIOSO BLINK QUE VA A SALVAR A LA PRINCESA? ¿Y SU ACOMPAÑANTE? ¿DEJARÁ ALGÚN DÍA DE TENER HAMBRE BERKTAROTH? ¿MADURARÁ RAZZ? ¿LOGRARÁ ZACHEMIUS DEJAR DE PENSAR EN ENFERMEDADES CADA VEZ QUE MIRA A LERDA?


NO SE PIERDAN EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE: LA VENGANZA DE BERKTAROTH





sábado, 28 de abril de 2012

Capítulo 5 En busca de la princesa

El mayordomo nos condujo por intricados pasadizos, deteniéndose de vez en cuando a pulsar alguna palanca, poner una bomba en algún muro o quitarse de un manotazo a algunos molestos murciélagos que pululaban por el castillo. Lo hacía  con el aburrimiento de lo monótono y comprendimos mejor la naturaleza de su crimen. En un momento dado, con gran rapidez sacó una botella y atrapó algo en ella que hacia un ruido cursi.

-          Son muy esquivas pero útiles – Dijo
Proseguimos y nos detuvimos ante una trampilla.
-          Aquí es – Susurró el mayordomo
-          ¡¿Qué?! – Preguntó Berktaroth estridentemente con los cascos puestos - ¡No se te oye nada!
Zachemius con un suspiro se los quitó.
-          ¡Eh que estaba escuchando Crush!
-          Ya lo escucharás luego. El mayordomo dice que hemos llegado.
-          Si, aquí es. Necesitareis esto.

El mayordomo sacó de un bolsillo un objeto azul y se lo entregó a Razz el cual hizo un sonidito de ‘’ ¡Tatatataannnnn, Has obtenido la Ocarina!’’

-          Perdón – Dijo Razz – Me he metido demasiado en el papel creo
-          Y ¿Para que queremos esto? – Inquirió Berktaroth con asombro – Donde esté una buena guitarra eléctrica…
Razz, Zachemius y el mayordomo dejaron a Berktaroth aparte tocando solos en una guitarra invisible.

-          Así podréis pasar ante Fluffy
-          ¿Qué es eso?
-          Viene de otra historia, ¡No me preguntéis más! – El mayordomo estaba aterrado – Yo he cumplido mi parte del trato. Si pasáis las pruebas, los aposentos de la princesa Lerda están al final. Yo me largo.

El mayordomo puso pies en polvorosa. Razz observó la ocarina que tenía entre las manos. Zachemius convenció a Berktaroth de que no era el mejor momento para tocar su propia versión de ‘’Nothing else matters’’ y abrieron la trampilla.

Un pestazo mortal les alcanzó las narices casi tumbándolos de espaldas.

-          Ah este olor me trae muchos recuerdos – Dijo Berktaroth soñador – Recuerdo que…

Durante varios minutos, Razz y Zachemius observaron a Berktaroth inmóvil casi sin pestañear mirando a un punto lejano del infinito. Razz miró al mago levantando irónicamente una ceja.

-          Si, le suele pasar – Respondió Zachemius – Nunca se acuerda de que nosotros no podemos ver sus Flash-Backs.
-          ¿A que te recuerda? – Le preguntó bruscamente el asesino a Berktaroth
-          ¿Em? Ah, sí. La princesa Lerda, si. Pues me recuerda al perro que teníamos allá en el inframundo para vigilar. ¡Más mono! – Dijo Berktaroth poniendo ojitos
-          ¿Seguro? – Dijo el asesino desconfiado - ¿Cómo era?
-          Pues… mucho más alto que vosotros, sí. ¡Y con tres cabezas! ¡Podías darle de comer y lanzarle palitos a la vez! ¡Que chachi era!
-          Eh, y hay alguna forma de… ya sabes ¿sobrevivir?
-          Si, era muy bueno – Dijo el Dios apesadumbrado – Si le tocabas música, enseguida se dormía.

Razz se coló ágilmente por la trampilla. Se oyó un horrendo gruñido seguido de ruidos como dentelladas. Una melodía evocadora flotó etéreamente por la trampilla durante varios segundos. Zachemius sintió que se relajaba, su mente se llenaba de niebla…

La voz del asesino surgió repentinamente rompiendo el hechizo.

-          ¡Vamos! ¡No creo que el efecto dure mucho!

El mago y el dios descendieron presurosamente. Razz se encontraba al lado de un enorme perro cuyas tres cabezas se encontraban sumidas en lo que parecía un sueño ligero. De vez en cuando, asomaba el destello de un ojo rojizo entre los párpados. Se apresuraron hacia la puerta de detrás, Zachemius casi arrastrando a Berktaroth, el cual observaba al can con admiración. Cerraron la puerta justo a tiempo de oír como una de las fauces del perro que se había ido acercando sigilosamente a ellos, se chocaba contra ella.

-          Puf hemos salido ilesos – Dijo Zachemius contento
-          Y que lo digas – Razz estaba animado – Ha sido complicado, sobre todo cuando ha intentado arrancarme la cabeza pero bue, al final se ha dormido
-          Si, si, has hecho un trabajo magnífico
-          ¿Lo dices de verdad?
-          ¡Claro que sí hombre, si es que eres el mejor!
-          Na, lo dices por decir
-          Oye, yo no es por cortar vuestro conmovedor cortejo – Dijo Berktaroth con voz aburrida – Pero yo que vosotros miraría hacia abajo.
Una enorme planta enroscaba sus tentáculos vegetales en sus piernas.
-          ¿Y por qué tú no tienes? – Chilló Zachemius
-          Porque yo soy un dios – Alardeó Berktaroth
-          ¡Haz algo!
-          Bueeeeno – Berktaroth apuntó cuidadosamente con el dedo y surgió un rayo rojo que carbonizó la planta al completo en un segundo. El vegetal se desintegró.
-          Prosigamos – Propuso Zachemius respirando hondo

Llegaron a una habitación de techos altos y grandes dimensiones. En el lado opuesto, una gran puerta con una enorme cerradura plateada parecía mirarlos ceñudamente. Y en el techo de la habitación…

-          ¿Qué es eso? – Preguntó Razz
-          ¡Son pajaritos cuckis! – Berktaroth estaba entusiasmado
-          No, no lo son
-          ¿No? – Berktaroth hizo un puchero
-          No, son llaves, llaves voladoras. Sólo una abre la puerta – Dijo Zachemius observándolas con ojo experto
-          ¿y cómo vamos a llegar?
-          ¡Volando! – En una esquina había un cuarto de la limpieza. En su interior descansaban varias escobas.
-          Ni hablar – Se negó Berktaroth – Es indigno. Paso.

Tres horas más tarde…

Un Zachemius despeinado, frustrado, enfadado, indignado, con la ropa hecha jirones y llena de ramitas y picotazos, bajó de la escoba con una llave en la mano.

-          Como no sea esta os juro que…

La llave entró en la cerradura y la puerta se abrió. Zachemius se recompuso como pudo y traspasaron el umbral.

Un enorme tablero de ajedrez ocupaba toda la sala. Una puerta cerrada se encontraba detrás.

-          ¡Ni hablar! – Dijo Zachemius casi llorando - ¡No sé jugar!
-          Yo tampoco – Razz se hizo el sueco
-          Ps esto es un aburrimiento… además… el juego gana cuando muere el rey ¿no?
-          Creo que si
-          Pueeees…

Berktaroth se puso en posición. Extendió los brazos, unió las manos por las muñecas desplegando las manos y mientras exclamaba:

-          Kamehame… ¡HAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

El rey contrario fue barrido violentamente por un enorme haz tubular de luz azul. Las fichas de ajedrez se retiraron sollozando y despotricando algo acerca de que ‘’los dioses, siempre haciendo trampas’’. La puerta se abrió.

Nada más entrar fueron cercados por un fuego verdoso que rodeó toda la sala. En el centro, había una fila de redomas de cristal de diversas formas y tamaños y una nota. Esta decía:

‘’ El peligro yace ante ti, mientras la seguridad está detrás,
Dos queremos ayudarte, cualquiera que encuentres,
Una entre nosotras siete te dejará adelantarte,

Otra llevará al que lo beba para atrás,
Dos contienen sólo vino de ortiga,
Tres son mortales, esperando escondidos en la fila.
Elige, a menos que quieras quedarte para siempre,
Para ayudarte en tu elección, te damos cuatro claves:
Primera, por más astucia que tenga el veneno para ocultarse siempre encontrarás alguno al lado iz­quierdo del vino de ortiga;
Segunda, son diferentes las que están en los extremos, pero si quieres moverte hacia delante, ninguna es tu amiga;
Tercera, como claramente ves, todas tenemos tamaños diferentes: Ni el enano ni el gigante guardan la muerte en su interior;
Cuarta, la segunda a la izquierda y la segunda a la derecha son gemelas una vez que las pruebes, aunque a primera vista sean diferentes’’


-          Enigmas – Se quejó Berktaroth – Nunca me han gustado
-          Pero ¡¿Qué haces?!
Berktaroth cogió todas las botellas, las vació y lo miró.
-          ¿Qué decías?
-          Na-nada
-          Y ahora

Con un gesto perezoso, Berktaroth extinguió las llamas mientras se frotaba la barriga.

-          Alguna no me ha sentado muy bien

Se acercaron a la puerta. Allí estaba, al fin, la puerta de los aposentos de la princesa Lerda. Lo habían logrado.

CONTINUARÁ

Y EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO…

¿QUÉ HABRÁ DETRÁS DE LA PUERTA? ¿ESTARÁ YA AL FIN LA PRINCESA? ¿O LES ESPERARÁN MÁS PRUEBAS? Y BERKTAROTH ¿QUÉ LE HABRÁ SENTADO MAL? ¿HABRÁ SIDO EL VINO DE ORTIGA? Y YO ¿DEJARÉ ALGÚN DÍA DE PREGUNTARME COSAS? ¿NO SE SUPONE QUE YO DEBO SABER MEJOR QUE NADIE COMO CONTINÚA LA HISTORIA?

NO SE PIERDAN EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE: LA VENGANZA DE BERKTAROTH

jueves, 12 de abril de 2012

Capítulo 4 Locura en Pyrule-Ta (II Parte)

El jefe les condujo hacia el gremio. Este era una chabola construida con materiales prefabricados. En la puerta, había un cartel que decía: Esto no es el gremio de asesinos, aquí no hay nada dentro. El asesino sacó una llave del bolsillo y abrió la puerta. Esta se desplomó sobre sus goznes hacia dentro.

-        Eh, ¿Por qué entramos aquí? Ahí fuera dice que no es el gremio de asesinos – Dijo Berktaroth
-        Es un camuflaje. Aquí (Hizo gesto de comillas con las manos) no hay asesinos ¿Entiendes?
-        Y si aquí no hay asesinos, ¿Por qué entramos? - Dijo Berktaroth haciendo gesto de comillas con las manos
-        ¿Por qué haces gesto de comillas con las manos?
-        Creía que cada vez que se dice asesinos hay que hacerlo
-        No tranquilo, ya quitamos esa regla – Dijo el jefe
-        ¿Y con ese letrero en la puerta no se os cuelan curiosos? - Le preguntó Zachemius
-        Si, por eso tenemos un montón de trampas absurdas y dolorosas en las ventanas. Ahora debería de poner trampas en la puerta también – Dijo el asesino mirando apesadumbrado la puerta echa pizcos en el suelo.
-        Pero tengo entendido que los asesinos soléis entrar por las ventanas
-        Si – Suspiró el jefe – Fue una semana muy trágica para el gremio. Es de estas cosas que pasan, se te olvida comentárselo a la gente y...
-        … Entiendo – Zachemius se veía algo traspuesto

El jefe avanzó hacia una trampilla oculta en el suelo. En realidad, estaba en medio de un intento de ocultez, puesto que sería perfectamente visible para un ciego muy inválido. Dio tres toques largos y tres cortos en la trampilla y luego la abrió el mismo.

-        Que no se pierdan las buenas costumbres – Dijo satisfecho

Descendieron por unas escaleras desvencijadas hasta el subterráneo donde se ocultaban la flor y nata de los asesinos de Pyrule-Ta.

-        Emmm, este gremio de asesinos no debería de tener... ¿Asesinos?
-        Ah sí, un feo asunto. Por  lo de las trampas fundamentalmente ¿Sabes? La gente, se toma las cosas muy a pecho, las mutilaciones y esas cosas. Nimiedades en realidad, pero en fin, los tuve que matar a todos, era o eso o reconocer que me había equivocado. Pero bueno, me queda mi fiel ayudante.

Zachemius y Berktaroth observaron fijamente al ayudante. Este se sonrojó. Mirándolo quedaba perfectamente claro que el jefe debía de ser la nata de los asesinos y el ayudante, por descarte, el otro concepto, signifique esto lo que signifique.

-        Bueno dijiste que tenías un mapa ¿No? - Inquirió Zachemius
-        Emmm, ¿Yo dije eso?
-        Si
-        Pues... Emmm... creo que mi mapa imaginario se lo comió mi perro imaginario – Dijo el asesino con dramatismo (Zachemius imaginó oír un guau) – Sin embargo, se de alguien que si tiene algo que podría seros de ayuda.
-        ¿Quién?
-        Allí en esa esquina está

En la esquina en sombra, destacaba un bulto informe. Repentinamente, una luz lo iluminó con dramatismo.

-        Emmm señor jefe de los asesinos...
-        Puedes llamarme Razz
-        Bonito nombre
-        No es mi nombre pero puedes llamarme así
-        No parece mucho un nombre de asesino
-        No, pero ¿A que suena moderno?
-        Eh, si bueno - (Zachemius no vio prudente llevarle la contraria al jefe del gremio de asesinos) – Dijiste que allí en la esquina había alguien que podía ayudarnos.... Yo solo veo un gato
-        ¡Muy señor gato pedazo de gilipollas! - Gritó el gato
-        ¿Qué tipo de brujería es esta? – Exclamó alarmado Zachemius
-        Este es el famoso sabio Krademos. Yo lo llamo Bolita de pelo – Dijo Razz
-        Ey Bolita – Llamó Zachemius haciendo el típico y universal gesto idiota que hacemos los humanos para llamar a los animales
-        ¡Para vosotros soy un muy señor gato pedazo de anormal!
-        Pero si eres un gato. ¿No sería muy gato y... Emmm... algo más?
-        ¿Por qué me haces tratar con estos pedazos de imbéciles Razz? ¿Y donde esta mi pienso?
-        Tranquilízate Bolita. Vienen a que les ayudes a colarse en el castillo de la princesa Lerda.
-        ¿Y eso para? ¿Qué gano yo?
-        Porque me gustaría que el dios del caos, cuando conquiste el mundo, me regale un palacio de cristal rosa, con unicornios vagando entre frondosos parterres de hermosas florecillas donde liban bellas mariposas – Por el tono en que hablaba Razz, Zachemius no alcanzaba a saber si lo que decía era en broma o en serio. Hay una curiosa anécdota que le sucedió sobre esa particularidad a Razz. Curiosa y trágica. – Y porque me aburro también.
-        Pues yo quiero recibir algo también, pedazo de cansinos – Dijo Bolita enfurruñado
-        Vaya, este último insulto no ha sido muy fuerte – Respondió Zachemius irónicamente.
-        Para fuerte la ostia que te vas a llevar, pedazo de lamebarros
-        ¿Una ostia me vas a dar? ¿Con qué manos?
-        ¡Calmaos ya los dos! – Razz comenzaba a irritarse - ¿Qué te gustaría a cambio, Bolita?
-        Tres cajas de sardinas
-        Dos
-        Tres
-        Dos
-        Tres
-        Cuatro
-        Tres. Ey espera… - Bolita se quedó pensativo
-        Está bien, tres – Rió Zachemius
-        ¡Eres un jodido chupacharcos! – Bramó Bolita
-        Me lo dicen mucho
-        Bueno, basta ya. Enséñale lo que tienes Bolita.

El gato sacó de un bolsillo (¡¿Un bolsillo?!) lo que parecía ser un mapa con imágenes.



-          Esto es una guía de cómo entrar al castillo. Circulaba antes de la construcción de la fortaleza y, como al rey le gustó el diseño, lo hizo construir así. Ese pedazo de idiota no entiende el concepto seguridad.
-          Muchas gracias muy señor gato. Se lo agradecemos. Y ahora si nos disculpa su señoría… - Dijo Zachemius irónicamente
-          ¡Un momento cara de aborto! ¡No es tan sencillo! Para entrar en los jardines, hay que traspasar el escudo octarino por donde es más frágil. Este lugar es una puerta donde hay que ordenar los colores en una determinada secuencia. Y me temo que solo Berktaroth posee el poder necesario para traspasar el escudo sin daños – El gato sonrió misteriosamente
-          ¿Me temo? ¿Por qué lo temes?
-          Ya lo vereís dijo el sabio riéndose
-          Pongamonos en marcha – Dijo Razz – Nos espera una princesa que secuestrar

Razz los condujo por un laberinto de túneles. Llegaron a una puerta de madera muy simple.

-          Yo me quedo aquí – Dijo Razz
-          ¿Por qué?
-          Porque detrás de esta puerta hay un soldado vigilando el acceso al jardín.
-          Pues matalo
-          No puedo
-          ¿No puedes? Pero, ¡Si eres un asesino!
-          Ya, por eso solo mato por dinero. Me falta motivación ¿Sabes? La motivación es fundamental. Cualquier buen empresario lo sabe.
-          En fin, ya me encargo yo – Dijo Berktaroth entusiasmado materializando una espada láser en su mano
-          Emmm, eso ¿No es de otra historia?
-          Bah, no creo que se den cuenta

Berktaroth entró y cerró rápidamente. Al cabo de cinco minutos se oyó un ‘’yaaaa’’ infantil. Entraron. Era una cámara de alto techo abovedado. En el centro, se encontraba la puerta que daba acceso al jardín. En el suelo, en medio de un charco de sangre, había un soldado con la cabeza cercenada.

-          ¡Joder es espantoso! – Exclamó Zachemius - ¡Jamás había visto nada tan horrible en toda mi vida! ¡Y además hay un cadáver sin cabeza!

Obviando ese comentario, se acercaron a la puerta. Berktaroth miró los colores.

-          Venga, ¿A que esperas? Ordénalos
-          Me temo que… no puedo – Musitó
-          ¿Por qué no?
-          ¡Porque soy el dios del caos, maldita sea!

Berktaroth, tras varios intentos frustrados, se irguió, hecho una furia y lanzó un rayo contra la puerta. El escudo lo reflejo y por poco no desintegra a Zachemius.

-          Calmese mi señor, mire, la puerta estaba abierta. Ja ja ja ja ¿Qué cosas no? – Dijo Zachemius atemorizado por la cara que estaba poniendo Berktaroth
-          Continuemos – Propuso Razz conciliador

Accedieron al jardín mientras Berktaroth iba dándole patadas a las paredes y murmurando para sí. Siguieron la guía fielmente y se encontraron ante un muro cubierto por una enredadera.

-           Tendremos que trepar – Dijo Zachemius con ánimo
-          Pero Zachemius…
-          ¡No perdamosmás tiempo, vamos! – Con gran presencia de ánimo, el nigromante comenzó a escalar muy trabajosamente por la enredadera.

Berktaroth y Razz lo contemplaron desde abajo. Cuando por fin subió, el mago les dijo:

-          ¿Qué haceis ahí plantados como pasmarotes? ¡Subid!
-          Eso presisamente quería decirte. No era necesario trepar.

Berktaroth agarró del cuello de la capa a Razz y se elevó suavemente por lo aires hasta care blandamente al lado de Zachemius. Este lo observaba con el rostro demudado.

-          En fin – Dijo Zachemius respirando profundamente varias veces – Avancemos

Se colaron en el castillo. Este estaba en penunmbra. Se respiraba un ambiente calmo, casi como si no viviese nadie allí.

-          ¡Alguién viene! ¡Escondámonos es aquella sala!

Todos corrieron lo más sigilosamente que pudieron y se metieron en la sala. Justo cuando trataban de ocultarse con una cortina de terciopelo rojo, la puerta se abrió.

-          Pero ¿Qué? – Dijo perplejo el recién llegado

Este era un mayordomo. Cabe decir que un típico mayordomo de finca inglesa del siglo XIX. Y detrás de si arrastraba lo que parecía…

-          ¿Un cadáver? – Preguntó Razz perplejo
-          ¡SI! – Chilló el mayordomo fuera de sí - ¡ES EL ARQUITECTO DE ESTE MALDITO CASTILLO! ¡ESTABA YA HARTO DE TENER QUE PASAR POR MILES DE TRAMPAS Y MATAR MILES DE BICHOS HASTA PARA IR A MEAR! Por favor, no se lo digáis al rey – El mayordomo se echó a llorar
-          No se lo diremos – Dijo Razz ladinamente – Pero a cambio deberás de…

Razz cuchicheó algo al oído del mayordomo. Este se puso pálido pero asintió con decisión.

-          Lo haré


Y EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO

¿LOGRARAN SECUESTRAR A LERDA? ¿QUÉ LE HABRÁ DICHO RAZZ AL MAYORDOMO? ¿LES AYUDARÁ? ¿DÓNDE ESCONDERÁN EL CADÁVER DEL ARQUITECTO? ¿ESTE ERA BUENA GENTE O SE LO MERECÍA?

NO SE PIERDAN EL PRÓXIMO CAPÍTULO DE: LA VENGANZA DE BERKTAROTH


martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 4 Locura en Pyrule-Ta (I Parte)

La muralla de Pyrule-Ta se recortaba contra el horizonte. Por fin habían llegado.

-          Mire señor, allí a lo lejos
-          Sí, que pajarito que hay en las ramas y que rico tiene que estar asado
-          No señor, digo que allí está la ciudad
-          Ah, también – dijo Berktaroth sin quitarle el ojo al pájaro.

Se aproximaron por el camino hacia la puerta de la muralla.

-          Que raro – Dijo Zachemius – Es de día y la puerta está cerrada
-          ¡AH! ¡AH! ¡AH! – Dijo Berktaroth golpeándose con una mano la cabeza – ¡ODIO LAS PUERTAS CERRADAS!
-          Allí arriba hay alguien. ¡Eh! ¡Ah del castillo! (No se sabe muy bien la razón de la existencia de tal exclamación pero en las pelis medievales queda muy bien así que la pondré)
-          ¿Qué queréis? – Imprecó un soldado con cara de pocos amigos (¿Existe la cara de muchos amigos?) desde las almenas
-          ¿Qué vamos a querer, patatas? – Inquirió Zachemius burlón (Yo, si – Musitó Berktaroth por lo bajini) – Queremos entrar
-          Ni hablar, tenéis pinta sospechosa. Ya nos lo avisó un ángel que se le apareció a nuestra princesa en sueños: Guardaos de un poderoso nigromante y su acompañante, un señor del caos pues quieren la fuerza que nuestra princesa guarda.
-          ¿Eso dijo de mi, poderoso nigromante? Vaya – Dijo Zachemius sonrojado y rascándose la cabeza
-          ¿Así que lo reconocéis? ¡A mí la guardia! ¡Detenedlos!
-          ¡Berktaroth nos van a atacar! ¡Haz algo jopelines!
-          ¿Jopelines? ¿Desde cuándo el señor poderoso nigromante dice jopelines? O mejor aún, ¿Desde cuándo eres poderoso? – Dijo Berktaroth enfurruñado
-          ¡Yo no tengo la culpa de lo que les dijera a estos catetos el ángel ese!

El puente levadizo bajo, cayendo sobre el foso con un ruido sordo. La verja metálica empezó a levantarse con un traqueteo metálico y muchos soldados armados hasta los dientes empezaron a salir de ella.

-          ¡Venga Berktaroth, si nos detienen todo habrá acabado y tanto andar habrá sido en vano!
-          ¿Me vas a decir – imprecó Berktaroth – que después de todo lo que hemos tenido que andar no va a servir de nada? ¡Ni hablar! ¡Ponte a cubierto!

El dios del caos se irguió en toda su altura. Los soldados retrocedieron intimidados. Zachemius corrió a esconderse detrás de un árbol.

-          ¡Entrégate sin oponer resistencia! – Chilló el que iba delante con voz aguda
-          ¡Ni hablar! Aunque veo que la lucha va a ser muy sosa... y muy desigual - Añadió con una sonrisa siniestra - ¡Música!

Alzó una mano con el puño cerrado hacia el cielo. Se produjo un relámpago cegador, seguido de un trueno ensordecedor. A lo lejos se oyó el aullido de lobos. Berktaroth comenzó a cantar mientras que la música sonaba de algún lugar indeterminado.

‘’¡Anything is what she is, anywhere is where she's from, anything is what she'll be, anything as long as it's mine, and the door, it opens, is the way back in or is it the way back out!’’ El dios movió bruscamente una mano hacia el frente y una fuerza invisible barrió al soldado de voz aguda.

-          ¿A que esperáis papanatas? ¡Al ataque! – Chilló este como un ratoncito

Los soldados se arrojaron sobre Berktaroth. Este siguió cantando muy emocionado ‘’ Anyplace is where she'll be, anyplace, she'll see you from, lies and secrets become your world’’ (Relámpago hacia los soldados que hizo que se desintegraran) ‘’Any time, anywhere, she takes me away, and death climbs up the steps one by one, to give you the rose, that's been burnt by her son’’ (Gesto ascendente que provocó que brotaran espinos del suelo y atraparan a los guerreros) ‘’¡ Point me to the sky above, I can get there on my own, walk me to the graveyard, dig up her bones!’’

Los guardias retrocedieron aterrados. Berktaroth les dirigió una sonrisa inquietante.

-          ¿Esto es todo? Que gallinas

Los soldados de Pyrule-Ta tienen fama de no achantarse por nada en el mundo, aunque nadie supiese bien como la habían ganado. Sin embargo, tenía como suele decirse una reputación que mantener. Fue esto lo único que los arrojó a intentar capturar a Berktaroth. Este voceó ‘’¡ I have seen the demon's face, I have heard of her death place, I fall down on my knees in praise of the, horrible things that took her away, and death climbs up the steps one by one, to give you the rose, that's been burnt by her son!’’ Abrió ambas manos y lanzó un inmenso tornado sobre los soldados. Cuando estaban volando por los aires, una enorme piraña apareció dentro del tornado y les fue mordiendo alternativamente en el culo.

Unos pocos soldados que se habían librado se miraron entre sí con indecisión. Estaban poniéndose de acuerdo mentalmente para salir despavoridos pero ninguno se decidía por ser el primero. En ese breve intervalo, Berktaroth se volvió hacia ellos, proclamó ‘’¡Point me to the sky above, I can get there on my own, walk me to the graveyard, dig up her bones! ¡POINT ME TO THE SKY ABOVE, I CAN GET THERE ON MY OWN WALK ME TO THE GRAVEYARD, DIG UP HER BONES!’’ Y con un enorme fragor se abrió una gran grieta en el suelo que se los tragó.

-          Buah que caña – Dijo Berktaroth – En fin, que ya podemos pasar. No creo que nadie tenga ganas de impedírnoslo.
-          ¡Yo sí! – Dijo una voz chillona
Berktaroth y Zachemius miraron hacia lo alto. En lo alto de la puerta se encontraba el capitán de voz chillona, con un puño desafiante alzado hacia ellos.
-          ¡¡¡¡ No puedes pasar!!!! Soy siervo del Fuego Secreto, administrador del talismán de Pyrule!!! ¡¡¡¡Tu fuego oscuro es en vano llama de Udûn!!!! ¡Regresa a la Sombra! ¡¡¡No puedes pasar!!
-          ¿Qué me ha llamado, llama de qué? – Preguntó desconcertado Berktaroth – Bah, no importa

Con un gesto displicente abrió una grieta debajo del soldado y este se precipitó al vacío, a la laguna de lava de las entrañas de la tierra. La grieta se cerró.

-          Bueno, solucionado. Entremos.

Berktaroth y Zachemius se adentraron en Pyrule. Las calles estaban vacías. Ninguno de ellos se dio cuenta de la sombra que los siguió sigilosamente ocultándose. El castillo se elevaba a lo lejos, en la zona más alta de la ciudad. Zachemius lo observó achinando los ojos.

-          No creo que podamos entrar fácilmente, mi señor
-          ¿Y eso? – Preguntó Berktaroth
-          Tiene un escudo octarino reflejante. Todo lo que se arroje contra él, volverá al lanzador con doble potencia.
-          Pues debemos encontrar una forma de entrar, no hemos andado tanto para rendirnos ahora.
-          Yo puedo ayudarles caballeros – Dijo una voz

La sombra salió de la esquina donde se ocultaba. Una capucha ocultaba sus facciones.

-          ¿Quién eres? – Preguntó Zachemius receloso
-          Se encuentran ante – Dijo teatralmente el desconocido – el famoso, reconocido, asombroso, genial, fabuloso, molante…
-          Abrevia – Dijo Berktaroth bostezando
-          ¡Jefe del gremio de asesinos de Pyrule! – Dijo el hombre echándose trágicamente la capucha hacia atrás.
-          Pues no me suena – Dijo Zachemius observándole fijamente
-          Tienes el pelo bastante largo. ¿Usas acondicionador verdad? – Preguntó Berktaroth
-          Si. ¿Cómo lo ha sabido? – El asesino estaba perplejo - Bah, da igual. Síganme caballeros. Yo les ayudaré a colarse en el palacio para que consigan el talismán.
-          ¡Go! – Exclamó entusiasmado Berktaroth
-          Emmm mi señor, ¿Cree que deberíamos de fiarnos de él?
-          Eh, le he oído. Que aunque sea un asesino tengo sentimientos ¿Sabe usted caballerete? – dijo el asesino muy indignado.
-          Venga – Dijo Berktaroth con una sonrisa estúpida – No sé si nos ayudará o no, pero me divierte.

Zachemius y Berktaroth siguieron al hombre por un intricado laberinto de callejuelas.

-          Por cierto – Dijo Zachemius – No nos has dicho cómo te llamas
-          Muy cierto – dijo el asesino - ¿Se ha fijado verdad? Le da más misterio a la cosa.

Zachemius suspiró apesadumbrado. Esperaba que esto no fuese un ‘’Salir del caldero para caer en el río de lava donde el caldero vagaba a la deriva’’ como vulgarmente se decía en su pueblo.

CONTINUARÁ

Y EN EL PRÓXIMO CAPÍTULO...

¿CÓMO SABÍA EL JEFE DEL GREMIO DE LOS ASESINOS QUE QUIEREN CONSEGUIR EL TALISMÁN DE LERDA? ¿SERÁ DE FIAR? ¿CONSEGUIRÁN COLARSE EN EL CASTILLO? ¿CÓMO SABÍA BERKTAROTH QUE EL ASESINO USA ACONDICIONADOR? ¿LO USARÁ BERKTAROTH TAMBIÉN?

NO SE PIERDAN EL SIGUIENTE CAPÍTULO DE: LA VENGANZA DE BERKTAROTH